Eso decían en la antigüedad, el símbolo del alma era una mariposa. Me fascinan este tipo de intuiciones.
En ese sentido, a mi me gusta hacer combinaciones de libros, me estimula la imaginación y la intuición. Puedo sentir las historias.
Mi último trío de libros, en el cual todavía estoy
inmersa es:
·
“La doctora Cole” de
Noah Gordon,
·
“La mujer que brilla en la oscuridad” de Elena Ávila, enfermera y curandera mexicano-española.
·
“En el país de la
nube blanca” de Sarah Lark.
Tengo
que decir que me ha sorprendido la mentalidad de la doctora Cole, una mujer que
decide cambiar radicalmente de vida cuando ve que todo lo que ha
construido hasta ese momento es una gran mentira ajena a las aspiraciones de su
alma.
El
libro plantea muchos interrogantes cómo ¿hasta qué punto le compensa implicarse
en la práctica de abortos? ¿Por qué lo hace? ¿Por qué decide abandonar todas
sus comodidades urbanas para abrirse camino ella sola en un entorno rural? ¿Hay
personas que tienen un don para la profesión que realizan?
¡Qué
curioso! Pensé, cuando empecé a leer el libro de la curandera
Elena. Resultaba ser una “doctora Cole” real. Llegó a ser jefa de
enfermeras en un prestigioso hospital psiquiátrico norteamericano, quería a toda costa encajar en el sistema…y por
el camino reconoció que había perdido partes de su alma, así que fue a
buscarlas. Volvió a sus raíces, como la doctora Cole. Lo dejó todo, y empezó
desde cero aprendiendo el arte de curar.
En el país de la nube blanca, la protagonista Miss Davenport es una institutriz en
una familia acomodada de la Inglaterra de 1852, se esmera como
maestra, sin embargo su alma está hambrienta. Esto la lleva a embarcarse hacia
Nueva Zelanda, una tierra salvaje, en busca de una nueva vida…
¿Dónde
está el alma? Esa es la única pregunta a la que encontrar una respuesta. En estas tres historias proponen varias maneras de encontrarla. Os voy a contar la que más me ha llamado la atención por lo accesible que es, es decir, no hay que irse a Nueva Zelanda:
LA
BÚSQUEDA DEL ALMA
¿Quién no
ha tenido alguna vez un “susto”? Esa palabra hacía tiempo que no la escuchaba,
tanto tiempo como hace que mis abuelas murieron.
Viene
de antiguo que a veces la gente enferma de susto, un momento traumático en el
que perdemos una parte de nuestra alma, el alma se aleja de nosotros que seguimos avanzando sin ella, se queda reprimida y estancada en
esa situación.
Os voy
a contar mi último pequeño susto: el otro día iba conduciendo a la caza de un
aparcamiento y oh! Qué bien, vi dentro de un coche un gesto de salir, me paré
con la intención de esperar a que se fuera cuando el coche detrás
me empezó a pitar y pitar…David que iba a mi lado sacó la cabeza por la ventana
y no sé por qué se puso a gritar y el otro también, se insultaron…no sé cuál fue
la causa… no puse el intermitente, quizás eso desencadenó la histeria
colectiva, sin pensar en mi sensibilidad. ¡Qué falta de detalles!
Cuando
llegué a la casa sentía un vacío…ese vacío es la señal de alerta de que te has
asustado y que el alma necesita algo.
Así que
volví al coche y me senté dentro hasta que me
recuperé. Muy útil. Recomiendo vivamente volver al lugar de los hechos...
La búsqueda
del alma consiste en llamar las partes perdidas que se han quedado
estancadas por el camino ¿y cómo se llaman? De muchas maneras, las más simples:
·
Que alguien te llame por tu nombre. Que alguien susurre tu nombre al
oído. El nombre está anclado al alma de una persona.
·
Volviendo físicamente o imaginativamente al lugar en el que se ha
producido la pérdida o el susto y recoger la parte de tu alma que se ha quedado
allí (lo he comprobado y funciona).
Y vosotras ¿Sois mujeres de un solo libro? ¿Habéis encontrado alguna manera creativa de buscar las partes perdidas del alma?