"Siempre hay que saber
cuándo una etapa llega a su fin. Cerrando ciclos, cerrando puertas, terminando
capítulos; no importa el nombre que le demos, lo que importa es dejar en el
pasado los momentos de la vida que ya se han acabado".
No puedo sentirme más
identificada con estas palabras de Coelho. Y es que, desde hace ya semanas, yo
siento que una etapa de mi vida llega a su fin.
Muchas cosas importantes para mi están a punto de cambiar: mi lugar de trabajo, mis compañeros, mi
hogar, mis vecinos, y muchas otras que ahora mismo ni imagino.
Todos hemos pasado por esto
en muchísimas ocasiones. La vida se trata de eso, terminar y comenzar etapas, una
tras otra…
De aprender de cada una de
ellas y quedarte con lo mejor.
¿Y qué es lo mejor? a mi no
me cabe duda: Las personas.
Soy realista. No volveré a
ver a muchas de las personas que me han acompañado durante estos tres años en
los que llevo trabajando en mi querido “Vicente Aleixandre”.
Personas que por casualidad
entran en mi día a día, personas que a
priori no tienen mucho en común conmigo, excepto su dedicación laboral, personas
con las que compartes charlas, consejos, pequeños ratitos dentro de tu rutina,
algunas con las que apenas compartes un saludo diario y una sonrisa y personas
con quien lo compartes todo. Yo tengo la suerte de haber conocido de estas
últimas.
Lo maravilloso es sentir que me ha encantado estar cerca de ellas, de
todas ellas.
Os hablo de todo esto
porque quería compartir este sentimiento agridulce que me acompaña cada vez que
pienso en el tema.
A veces escribiendo comprendo mejor lo que pasa por mi
cabeza y últimamente pasan tantísimas emociones, que egoísta-mente utilizo el
blog como terapia personal (disculpad si os aburro)
Agridulce….
Agrio y amargo es
cerrar círculos cuando sientes que podrías estar toda una vida en ese lugar.
Salir del puzle, aprender a desprenderse,decir adiós, repetirse a uno mismo que nada ni
nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo.
Y dulce, como la melaza,
todo lo que me llevo. Cada momento, recuerdos, historias, conversaciones,
aprendizajes que no tienen precio, risas y llantos, experiencias, y como ya he
dicho, lo más valioso…personas.
No quiero ponerme muy
sentimental, porque esto puede acabar en un mar de lágrimas. Pero desde este
lugar, sin hacer mucho ruido, me gustaría que quedara escrito para jamás
olvidar, lo agradecida que estoy al cielo, a la vida, al destino o cómo prefiráis
llamarlo por esta preciosa ETAPA de mi vida.